¿Qué pasa con las manifestaciones? ¿por que hay tantas? ¿porque se «desinflan»? ¿por qué aun así se sigue convocando y convocando? ¿cual es el verdadero problema tras esto?
Durante la manifestación+agoras del 19-Oct varias personas, viendo la baja participación y el poco animo con que acudíamos a la convocatoria, discutieron sobre la validez o no de las convocatorias/manifestaciones en si.
Este debate se ahondo en la asamblea de Austrias del 26 de octubre y de ahí se encargo a un compañero la redacción de un texto que pasamos a reproducir más abajo.
En la siguiente asamblea se leyó el texto y se creyó oportuno redifundirlo para abrir un debate que creemos fundamental y del que necesitamos saber vuestra opinión sobre este tema.
Nota: Este texto es para abrir debate pero no es un consenso final de la asamblea ya que dicho consenso se esta trabajando ahora y se puede ver aquí austrias.tomalosbarrios.net/5315.
El manifestante pasivo.
El problema no es solo el número de manifestaciones o la poca asistencia a ellas, va más allá.
La imposibilidad o dificultad de filtrar activamente la información empuja a las personas a optar por un filtro pasivo, es decir, dejar de informarse para pasar a ser informado.
En otras palabras:
Yo tengo mi criterio y tengo mi capacidad para informarme, pero aplicarlos al “crudo” de convocatorias es contraproducente pues para cuando hubiera tomado mi decisión informada y activa está ya estaría obsoleta. Además, informarme activamente y aplicar mi criterio no garantiza poder tomar una decisión, pues si soy serio en esto seguro que llegare a conocer varias convocatorias incompatibles entre sí pero igualmente aptas según mi criterio, ¿a cuál voy?
¿A la que vaya a ir más gente? En estas circunstancias si la gente decide informándose y con su propio criterio es impredecible saber a cual irán y/o probablemente se dispersen entre las múltiples opciones.
“Solución”: Si no hago nada, si no me informo, y me entero de una convocatoria será porque esa convocatoria esta “sonando mucho”. Si soy pasivo y una convocatoria consigue llegar hasta mí entonces debe estar pudiendo llegar hasta mucha otra gente. En definitiva, si no me informo el número de convocatorias sobre el que decidir mengua automáticamente, se vuelve más manejable y además puedo predecir cierta participación que me ayude a decidir.
Poco a poco se va abandonando la senda de ejercer nuestro criterio activamente informado para que finalmente sea la pasividad y la información bombardeada desde el exterior la que nos guíe hacia la convocatoria a la que “merece la pena” ir.
Éste es el verdadero problema, el que se esté empujando a la gente a ser sujeto pasivo, se esté desincentivando el informarse activamente y se esté dando como única alternativa el ser informado pasivamente.
Imaginemos que aun con este volumen de concentraciones la gente consiguiera informarse activamente. Probablemente la asistencia a las convocatorias sería aún más repartida, sería mucho más difícil conseguir esa foto de Sol lleno hasta la bandera que parece ser la obsesión de toda concentración, y sin embargo no estaríamos hablando continuamente de si la gente no da el paso de no quedarse en la mera manifestación, no nos quejaríamos de si las personas no son activas o criticas o no tienen visión global, pues cada uno de los asistentes, esté en la convocatoria que esté, se ha informado, sabe cuáles eran las otras problemáticas y, aunque obviamente no puede estar en dos sitios a la vez, sí que esta empapada del contexto global, está preparada para establecer sinergias, ve más allá de las 100 personas con las que esta manifestándose y sobretodo ya está situada en la mentalidad de ser sujeto activo imprescindible pues ha hecho valer más su criterio y el informarse activamente que la posibilidad de ir con la multitud, es decir, quiere ir a donde va ser más útil, no porque haga falta un número X de personas si no porque hace falta una persona que haga X y ella sabe y quiere hacerlo.
Por lo tanto el problema no es ni el número de convocatorias ni la asistencia a ellas, si no el modelo de manifestante que está generando y fomentando el movimiento. Un modelo de manifestante que para más inri se le ha dado el papel central y fundamental.
Mes a mes vemos como las distintas convocatorias se pelean por ser aquella que sobresalga en el bombardeo mediático y consiga ser la victoriosa en el filtro pasivo de este tipo de manifestante. Vemos metodologías y cuidadas campañas de comisiones de comunicación o grupos motores donde se hace hincapié en lanzar mensajes por las redes desde distintas cuentas, en conseguir trending topics, en generar un “zumbido” que atraiga al manifestante pasivo como la miel a las abejas…
Bienintencionadamente pensamos en llenar una plaza de manifestantes pasivos y luego hacer una dinámica que les ayude a dar el paso a hacerse activistas o al menos a tener un mayor sentido crítico, pero es un error total, esas campañas de comunicación, ese bombardeo mediático, esa pugna entre convocatorias buscando sobresalir y superar el filtro pasivo… es precisamente lo que crea al manifestante pasivo. Es como si se intentara curar a un enfermo dándole otra dosis de lo que le enfermo.
Y no solo crea a ese manifestante pasivo si no que le da su aprobación, su visto bueno, el movimiento convierte en protagonista a este manifestante pasivo mientras le complica la vida al que aun intenta informarse activamente.
Porque no nos engañemos, una cosa sí quita la otra. Cuando organizamos una campaña podemos creer que hablamos para ambos públicos, que tenemos un mensaje denso, un llamamiento a ese manifestante activo, sesudo y voluntarioso y que simplemente estamos añadiendo otra capa para ver si además conseguimos convocar al manifestante pasivo. Podemos pensar que no es incompatible, pero luego el bombardeo también se lo va a tener que comer el sujeto activo que con cada dosis no solo se va a sentir más apartado en favor del otro sino que le va a resultar más difícil perseverar en su tarea de informarse, y finalmente terminara claudicando y/o sintiendo mera desafección por la movilización en sí misma.
Entonces, ¿por qué si todo el mundo se queja de la saturación de convocatorias estas no disminuyen? Porque cuando pensamos en el problema de la convocatorias lo pensamos en el sentido de que no se aglutina gente, que no juntamos masa, que la gente se dispersa… y bajo esa mentalidad nos ponemos otra vez a pensar en la foto de Sol llena, nos ponemos a pensar en la caza del manifestante pasivo para que venga a llenarla, a despertar, a transformarse, etc., es decir, arrancamos una vez más el mecanismo que produce saturación de convocatorias, bombardeo asociado y manifestantes pasivos.
Cuando se trate el problema de las convocatorias hay que dejar a un lado lo de llenar las calles (ya se llenaron) y admitir que, primero, estamos fomentando un tipo de manifestante pasivo, segundo, estamos dándole nuestro visto bueno y nuestro apoyo con cada campaña de este tipo y tercero estamos arrinconando, desincentivando y hasta en algunos casos destruyendo el capital activo.
Añadimos algunas de las intervenciones que suscito este texto en dicha asamblea y en la siguiente del 9 de noviembre:
– También existe el «manifestante critico», un manifestante que se informa, que no se queda en la mera convocatoria pero que esta hasta el gorro de tanta manifestación, que ya no cree en ellas. Sigue acudiendo por empatía, por compromiso, por solidaridad con quien convoca u otros compas que van a acudir… pero ya no insiste a sus amigos, ya no redifunde, ya no intenta explicar a otros porque es importante acudir. No, ya no lo hace porque ya no cree en ello. Y muchos de los que aun vemos en las manifestaciones son este tipo de manifestante.
– Hay que aprender a decir «no». A menudo no se ofrece un disenso u oposición cuando se propone una manifestación porque «¿cómo vas a estar en contra?», pero hay que decir que «no», esas personas que se van a pegar la paliza coordinando y tirando del carro de cara al día D deben saber la verdad: no quieres otra manifestación. Se les falta al respeto al dejarles continuar contando con unas fuerzas/apoyo que no hay.
– Tenemos que buscar alternativas. Cuando alguien diga «Hagamos algo contra los desahucios/recortes/etc ¡hagamos una manifestación» digamos «Espera, si, hay que hacer algo sobre ese tema, pero busquemos otra cosa». El modelo de manifestación esta agotado, al menos por el momento.
– Hago pensar mucho más a un amigo diciéndolo que he ido a hacer un acompañamiento o a parar un desahucio, o que estoy participando en X iniciativa, que intentandole convencer de que venga a una convocatoria.
– (un compañero que ha vuelto a España tras 7 meses fuera) Veo que el clima dentro del movimiento ha cambiado sustancialmente, la gente esta mucho más «tranquila», esta más interesada en hacer cosas concretas, en aplicar lo aprendido, en crear nuevo tejido social desde la practica, y no tanto en ir corriendo a reaccionar con una protesta por cada nuevo recorte.
Por favor, lleva este debate a tu asamblea y/o entorno y no dudes en dejarnos un comentario si lo crees oportuno.
Muchas gracias por leer.