Cuatro mujeres se reúnen para hablar del aborto, Elisa, que abortó clandestinamente durante el franquismo, Noelia, que abortó con la ley de supuestos, Miriam, que abortó con la actual ley de plazos e Irene que nunca se ha quedado embarazada pero es plenamente consciente de que le arrebatan sus derechos. Hablan desde la experiencia, no desde lejanos despachos. Hablan del derecho a decidir sobre su cuerpo y su vida.
Próximamente colgaremos aquí el vídeo que recoge esta experiencia. Mientras tanto os dejamos con los dibujos de 4ojos y los extractos que se publicaron en el especial Derecho a Decidir del periódico madrid15m.
N: Un dato importante es que no conocía a ninguna mujer que hubiera abortado. Era algo que se seguía comentando, supongo, en la más estricta intimidad y eso me parece un termómetro interesante que mide cómo la sociedad aceptaba la decisión de la mujer.
M: La ley se aplicó de manera muy distinta dependiendo de la comunidad autónoma. Cuando aborté, que fue dos meses después de que entrara en vigor, la Comunidad de Madrid había puesto en marcha un entramado burocrático que hacía prácticamente imposible sufragarse el aborto a través de la sanidad pública. Yo seguí el vía crucis habitual. La médico de cabecera se negó a atenderme y me emplazó a la trabajadora social del centro, no a otro médico, sino a la trabajadora social. Los abortos se derivaban a clínicas privadas y tenías que acudir a una oficina donde 3 funcionarias gestionaban las demandas de toda la Comunidad, lo que suponía retrasos de 3 y 4 semanas. Muchas mujeres decidían, evidentemente, no esperar ese tiempo y abortaban por su cuenta. Otras no podían pagárselo y se veían obligadas a continuar gestando contra su voluntad, a agotar el plazo para interrumpir el embarazo «con pastillas», sin pasar por el quirófano, o a agotar el plazo en general, el de las 14 semanas (o sea, que perdían el derecho). Tú (E) abortas siendo consciente de que no tienes derecho y yo aborto siendo consciente de que lo tengo, pero entre mi derecho y yo media toda esta carrera de obstáculos.
E: Mi aborto en la clandestinidad fue más fácil y sencillo que el tuyo (M). Me sentí completamente apoyada a nivel moral, a nivel económico me ayudó todo el mundo, el médico fue encantador…
N: En un primer término cuando me quedo embarazada me alegro porque me doy cuenta de que biológicamente tengo la capacidad de ser madre, y eso me gusta, porque quiero ser madre. Pero inmediatamente después me cabreo porque tengo los conocimientos y la posibilidad de haber puesto los medios oportunos para no quedarme embarazada.
M: Para mí hubo un antes y un después del aborto. Un cambio de óptica respecto a la manera en que concebía el mundo, y la política. Me volví feminista.
E: Realmente son ellos con estas actitudes, estas políticas tan meditadas y tan crueles los que hacen difícil la decisión del aborto. Tomas una decisión y lo que era traumático en aquel momento fue dar con el dónde por la situación especial que había, pero lo único eran las condiciones que ellos creaban de clandestinidad o en tu caso (el de M), de directamente entorpecer todo lo posible y dilatar el proceso. Eso es lo que es difícil en el aborto.
N: En mi caso tampoco hubo ningún drama, al contrario, también me sentí muy bien por el hecho de haber sido capaz de tomar una decisión que había escuchado que era algo que me iba a marcar para toda mi vida. Me había coscado de que aquella exageración era algo que nos estaban obligando a pensar. Era una estructura que nos querían meter sí o sí en la cabeza. Esto fue lo que hizo que me cuestionara si realmente serían así las cosas. Cuando me quedo embarazada y me enfrento al hecho de tener que tomar una decisión, me doy cuenta de que me tengo que rebelar contra esa estructura porque va en contra de la decisión que quiero tomar. Entonces no sólo no me traumatiza el aborto sino que me empodera.
E: Yo aborté en una consulta particular de un médico en España y muy bien, porque estaba la enfermera, era un semiquirófano, era un médico progresista el que se la jugaba. Pero hubo gente que tuvo muchísimos más problemas, porque al fin y al cabo yo estaba en una organización de izquierdas, en Madrid. Una mujer en un pueblo a lo que podía acudir… esos casos tan dramáticos con las agujas de hacer punto y que se medio envenenaban con el perejil.
E: El único sentimiento de culpa real que experimenté fue, pero ¿tú eres gilipollas? ¿Cómo te quedas embarazada? Por abortar no experimenté ninguno.
N: Me parece maravilloso compartir con vosotras que ese sentimiento de culpa no existe cuando lo tienes claro y te concedes a ti misma el derecho que otros no te están concediendo. Y no sólo eso, escuchándonos también me doy cuenta de los aspectos positivos alrededor de la experiencia del aborto. En mi caso hubo muchas cosas positivas que me encantaría gritarle al viento para que muchas mujeres lo escuchasen y por lo menos pudiésemos hacer de contrapeso a la versión oficial del trauma, ya que no sólo no hablamos de trauma sino que hablamos de que sirvió, como en mi caso, para hablar más con mi pareja, para empoderarme, para hablar con libertad y poder echarle un cable a otras mujeres.
M: Tengo la experiencia compartida de que nos habríamos sentido mejor si el asunto hubiera estado menos medicalizado, y esta nueva ley insiste en tratar el aborto, como por desgracia se tratan los partos, como si fuese una enfermedad. Abortar no es estar enferma.
E: Una mujer embarazada no está enferma. Una mujer que decide abortar no está enferma.
N: Una mujer que toma decisiones por sí misma no está enferma.
3 Respuesta a “Mujeres muestran las realidades del aborto”
Lo siento, ahora mismo los comentarios están cerrados.
Esta página es una preciosa muestra más de que en este grupo de trabajo hay #HombresDespiertos que no se limitan a apoyar nuestra causa. Han sabido ver que es también la suya.
Gracias a todas y a todos.
Una mujer que decidió arrogarse el derecho a decidir que le negaban
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[…] de la conversación Mujeres muestran las realidades del aborto, que se podrá ver próximamente en […]