Oct 232011
 

 

Dibujos

Me aseguras que haces todo lo que un hombre puede hacer por otro. Que desde tu rostro puedo ver el mundo y que de esta tierra nacen las mejores perlas. Que no habrá mar que trague mi carne viva y que las sombras de mi lengua encontrarán las dulces ortigas que necesitan.

Me garantizas el azote de tus manos obscenas, toda la fuerza en mis dientes  y el olor de mi piel antes de muerta.

Prometes asfixiar todos los silencios que rompen tu oído y atinar con el primer dardo en el blanco. Prometes irradiar pólvora de tu boca y desaparecer entre palabras desiertas.

Tú, con la cara tapada me condenas a este macabro sosiego. Aprietas el puño y arrancas todas las preguntas que mi voz reclama. A las diez y media me pones las esposas y agarras mi cuello hasta rozar con mi boca el suelo, dos escalones detrás de ti.

Examinas mi olor, mi ropa, mi pelo, mis piernas. Me agacho, me levanto. Una habitación, luego otra, una puerta, una reja. Me nombras, me señalas, me adviertes. Te miro, te pregunto ¿por qué estoy aquí?

Bajo tu cielo implacable desfallece el decorado, el derruido paisaje sigue vivo.

Aún hoy el castigo armado, la mirada acusadora. Bajo mis pies, la ira de tus brazos y las uñas. Aún hoy el pulso firme, el latido contenido y los placeres prohibidos en tu triste escenario de payasos.

Ni un solo gusano de los que te acompaña dejará de oir el ruido de mis pasos. Ni uno solo.

Ni un solo buitre levantará el vuelo sobre mi espalda. Ni uno solo.

No me verás encogida,

ni tapada.

No verás mi despojo,

ni mi encierro.

No verás mis restos.

No lo verás.

 Dibujos: Flavia, y Texto: Belén

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